28-32 Las parábolas que reprenden, hablan claramente a los infractores, y los juzgan por su propia boca. La parábola de los dos hijos enviados a trabajar en la viña, es para mostrar que los que no sabían que el bautismo de Juan era de Dios, fueron avergonzados por los que lo conocían y lo poseían. Todo el género humano es como hijos a los que el Señor ha educado, pero se han rebelado contra él, sólo que algunos son más plausibles en su desobediencia que otros. Y a menudo sucede que el rebelde atrevido es llevado al arrepentimiento y se convierte en siervo del Señor, mientras que el formalista se endurece en el orgullo y la enemistad.

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