Por tanto, exhorto: Ver a Dios es tan misericordioso. En este capítulo da instrucciones con respecto a las oraciones públicas con respecto a la doctrina. La súplica es aquí la ayuda suplicante en tiempos de necesidad: la oración es cualquier forma de ofrecer nuestros deseos a Dios. Pero la verdadera oración es la vehemencia del santo celo, el ardor del amor divino, que surge de un alma tranquila e imperturbable, movida por el Espíritu de Dios. La intercesión es la oración por los demás. Asimismo, podemos dar gracias por todos los hombres, en el pleno sentido de la palabra, porque Dios "quiere que todos los hombres se salven", y Cristo es el Mediador de todos.

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