Y la voz de los arpistas - Tocadores de instrumentos de cuerda. Y músicos, cantantes hábiles en particular. Y gaiteros: que tocaban flautas, principalmente en ocasiones tristes, mientras que los trompetistas tocaban en ocasiones alegres. No se oirá más en ti; y ningún artífice: las artes de todo tipo, en particular la música, la escultura, la pintura y la estatuaria, se llevaron a su máxima expresión. No, ni siquiera el sonido de una piedra de molino se oirá más en ti; no sólo las artes que adornan la vida, sino incluso aquellos empleos sin los cuales no puede subsistir, cesarán de ti para siempre.

Todas estas expresiones denotan una desolación absoluta y eterna. La voz de los arpistas - La música era el entretenimiento de los ricos y grandes; el comercio, negocio de hombres de rango medio; preparar el pan y lo necesario para la vida, el empleo de los más humildes: los matrimonios, en los que se conocían las lámparas y los cánticos, son los medios para poblar las ciudades, pues los nuevos nacimientos sustituyen a los que mueren.

La desolación de Roma se describe, por tanto, de tal manera que muestra que ni ricos ni pobres, ni personas de rango medio, ni de condición más baja, deberían poder vivir allí más. Tampoco será poblada por nuevos matrimonios, sino que permanecerá desolada y deshabitada para siempre.

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