Para que seáis irreprensibles ante los hombres. Y simple: ante Dios, apuntando solo a él. Como hijos de Dios, el Dios de amor; actuando a la altura de tu alto carácter. Irreprensible en medio de una generación torcida, maliciosa, serpentina y perversa, como siempre lo fue la mayor parte de la humanidad. Torcido: por una naturaleza corrupta, y aún más perverso por la costumbre y la práctica.

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