Como la luz: pura, clara como el sol, pero mucho más deslumbrante. Su mano - El rostro de Moisés resplandeció; el rostro, sí, las manos de nuestro Dios, resplandecen con luz gloriosa. Allí ... En esa luz con la que apareció. El escondite: que descubrió mucho de él, pero ocultó mucho más; era luz inaccesible.

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