Y Ananías cayó y expiró.Y esta severidad no solo era justa, considerando la complicación de vanagloria, codicia, fraude e impiedad que contenía esta acción: sino que también era sabia y llena de gracia, ya que disuadiría eficazmente a cualquier otro de siguiendo su ejemplo. También fue una prueba convincente de la conducta recta de los apóstoles, en el manejo de las sumas que les fueron confiadas; y en general de su misión divina.

Porque nadie puede imaginar que Pedro hubiera tenido la seguridad de pronunciar, y mucho menos el poder de ejecutar tal sentencia, si él mismo hubiera sido culpable de un fraude del mismo tipo; o había estado desmentiendo al Espíritu Santo en todas sus pretensiones de estar bajo su dirección inmediata.

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