Y de repente: cuando Dios ataca repentina y vehementemente a un pecador, es el acto más grande de misericordia. Así que a Saulo, cuando su ira llegó a lo alto, se le enseña a no respirar matanza. Y lo que le faltaba a tiempo para confirmarlo en su discipulado, se compensa con el inexpresable terror que sufría. Por medio de él también, el apóstol repentinamente constituido fue protegido contra la gran trampa en la que los novicios pueden caer.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad