Epístola Cipriana V

Que ellos también sigan el ejemplo del Apóstol Pablo, quien, después de repetidos encarcelamientos, después de azotes, después de exposiciones a las fieras, en todo permaneció manso y humilde; e incluso después de su arrebatamiento al tercer cielo y paraíso, no se arrogaba nada con orgullo cuando dijo: "Ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con trabajo y fatiga día y noche, para que no seamos a cargo de cualquiera de ustedes.”[7]

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