Habiendo encontrado una perla de gran precio.

Estaba dispuesto a invertir todo lo que tenía en esta perla de incomparable belleza y valor. Todos somos cazadores de perlas. Queremos encontrar la perla de la felicidad y la bendición. Estamos dispuestos a dar todo lo que tenemos por ello. Si pensamos que el placer, la riqueza, la fama o el poder son la perla, todo lo demás tiene que ceder para que podamos asegurarla. A menudo nos imaginamos que vemos la perla delante de nosotros, pero cuando la conseguimos es sólo una imitación. La verdadera perla es el reino en nuestros corazones. Aquel que se entere se separará de todo lo demás para asegurarlo, porque "consideraremos todo lo demás como pérdida para ganar a Cristo".

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