ἐκάλουν τε τὸν Βαρνάβαν Δία, τὸν δὲ Παῦλον Ἑρμῆν , y llamaron a Bernabé, Júpiter [Zeus]; y Pablo, Mercurio [Hermes]. Por supuesto, esto no se supo hasta después. Podemos entender cómo los paganos llegaron a la conclusión de que si alguna deidad venía a visitarlos con un propósito benéfico, sería ese dios Júpiter cuyo templo estaba frente a su ciudad, y a quien, por lo tanto, se le rendía su principal culto; y Mercurio se contaba como el asistente principal de Júpiter, y además como el dios de la elocuencia.

Era obvio, por lo tanto, asignar ese nombre al orador principal, y el nombre de Júpiter a aquel de los dos Apóstoles que tenía la presencia más dominante. Que San Pablo no era una figura así que conocemos por sus propias palabras, y la tradición lo describe como ἀνὴρ μικρὸς τῷ μεγέθει, ψιλὸς τῇ κεφαλῇ, ἀγκύλος ταῖς κνήμαις, Acta Pauli et Theclæ , 2. del aspecto de Barnabas, CHOLOSTOSTOSTOSTOMES, CHO ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ ἐ μ δοκεῖ καὶ�.

ἐπειδὴ αὐτὸς ἦν ὁ ἡγούμενος τοῦ λόγου , porque era el orador principal . Los escritores paganos siempre asignan este carácter a Hermes. Cf. Macrobio, sábado . I. 8, 'Scimus Mercurium vocis et sermonis potentem', y Iamblichus, de Mysteriis ad init., dice de él θεὸς ὁ τῶν λόγων ἡγεμών.

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