par

Ver. 52. Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? 53. Entonces Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo, que si no coméis la carne del Hijo del hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día.

AGO. Los judíos, no sabiendo qué era el pan de pazA, riñeron entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Mientras que los que comen el pan no luchan entre sí, porque Dios los hace vivir juntos en unidad.

BED. Los judíos pensaron que nuestro Señor dividiría su carne en pedazos y les daría de comer: y así, confundiéndolo, se pelearon.

CHRYS. COMO pensaban que era imposible que Él hiciera como dijo, es decir, darles de comer Su carne, Él les muestra que no sólo era posible, sino necesario: Entonces Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo, Excepto comes la carne del Hijo del hombre y bebes su sangre, no tienes vida en ti.

AGO. Como si dijera: El sentido en que se come ese pan, y el modo de comerlo, no lo sabéis; pero, a menos que comáis la carne del Hijo del hombre, y bebáis su sangre, no tenéis vida en vosotros. BEDA Y para que esto no parezca dirigido sólo a ellos, Él declara universalmente: Quien come Mi relámpago y bebe Mi sangre, tiene vida eterna.

AGO. Y para que no le entiendan hablar de esta vida, y hacer de ella ocasión de esforzarse, añade, tiene vida eterna. Esto, pues, no tiene quien no come esa carne, ni bebe esa sangre. La vida temporal que los hombres pueden tener sin Él, la eterna no la pueden tener. Esto no es cierto para el alimento material. Si no lo tomamos en verdad, no viviremos, ni viviremos si lo tomamos: porque o la enfermedad, o la vejez, o algún accidente nos mata después de todo. Mientras que esta comida y bebida, es decir, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, es tal que el que no las toma no tiene vida, y el que las toma tiene vida, incluso vida eterna.

TEOFILO. Porque no es simplemente la carne del hombre, sino de Dios: y hace al hombre divino, embriagándolo, por así decirlo, con la divinidad.

AGO. Hay algunos que prometen a los hombres la liberación del castigo eterno, si son lavados en el Bautismo y participan del Cuerpo de Cristo, independientemente de la vida que lleven. Pero el Apóstol las contradice, cuando dice: Manifiestas son las obras de la carne, y éstas son; adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, odios, discordias, emulaciones, iras, contiendas, sediciones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas por el estilo; de lo cual os digo antes, como también os lo he dicho en otro tiempo, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Examinemos lo que se quiere decir aquí. El que está en la unidad de Su cuerpo, (es decir, uno de los miembros cristianos), el Sacramento de cuyo cuerpo reciben los fieles cuando comulgan en el Altar; se dice verdaderamente que come el cuerpo y bebe la sangre de Cristo. Y los herejes y cismáticos, que están separados de la unidad del cuerpo, pueden recibir el mismo Sacramento; pero no les aprovecha, puede, más bien les hace daño, pues tiende a hacer más pesado su juicio, o más tardío su perdón.

Tampoco deben sentirse seguros en sus caminos abandonados y condenables, quienes, por la iniquidad de sus vidas, abandonan la justicia, es decir, Cristo; ya sea por fornicación u otros pecados similares. No se puede decir que los tales coman el cuerpo de Cristo; por cuanto no deben ser contados entre los miembros de Cristo Porque, sin mencionar otras cosas, los hombres no pueden ser miembros de Cristo, y al mismo tiempo miembros de una ramera.

AGO. Por esta comida y bebida Él quiere que entendamos la sociedad de Su cuerpo y Sus miembros, que es la Iglesia, en los santos y creyentes predestinados, llamados, justificados y glorificados. El Sacramento del cual, es decir, De la unidad del cuerpo y la sangre de Cristo, se administra, en algunos lugares diariamente, en otros en tal o cual día de la Mesa del Señor: y de la Mesa del Señor algunos lo reciben para su salvación, por otros para su condenación.

Pero la cosa misma de la cual este es el Sacramento, es para nuestra salvación a todos los que participan de él, para la condenación de ninguno. Para evitar que supongamos que aquellos a quienes, en virtud de esa comida y bebida, se les prometió la vida eterna, no morirían en el cuerpo, añade Ho, Y yo lo resucitaré en el último día; es decir, a esa vida eterna, un descanso espiritual, en el que entran los espíritus de los Santos. Pero el cuerpo tampoco será defraudado de la vida eterna, sino que será dotado de ella en la resurrección de los muertos en el último día.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento