Verso 16. Por todo lo que hay en el mundo.

Aquí, como antes, la palabra mundo comprende a los hombres del mundo. Esto se desprende de la cláusula siguiente.

La lujuria de la carne.

Esta expresión es una parte componente de lo que el apóstol llama el mundo, y puesto que se aplica sólo al hombre, entiendo que, por el mundo, el escritor desea que lo entendamos en el sentido de que los hombres malvados del mundo no son del mundo. Padre. Estos los abarca en la clasificación, de la siguiente manera:

1. Lujuria de la carne.

2. Lujuria de los ojos.

3. Orgullo de la vida.

En el primero puede incluirse todo deseo que tenga su origen en el apetito. En el segundo, todo deseo suscitado por objetos que atraen a través de nuestro sentido de la vista. En la tercera puede incluirse lo que se exhibe vanamente en el mundo, como las ambiciones de lugar y poder, y así satisfacer nuestra propia vanidad de ser grandes entre los hombres, sin tener en cuenta la virtud y el mérito. La avaricia, la codicia, el egoísmo y el orgullo están incluidos en la tercera clasificación, y es muy dudoso que aun así hayamos agotado todo lo que está incluido en el orgullo de la vida.

Sin embargo, todos estos no son del Padre. Ellos no vinieron de él. No están en consonancia con su carácter divino. No son como los que exhiben sus hijos. Él es santo. Sus hijos deben ser santos. Todos estos son malvados. En el versículo siguiente se tiene otro punto de vista de esas cosas, bien para ser ponderado.

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Antiguo Testamento