Versículo 18. Sabemos que todo aquel que es nacido de Dios.

El nacido de Dios no peca; es decir, no peca habitualmente, no vive una vida de pecado. No cometerá el pecado que es de muerte por haber sido sorprendido en una falta. Siendo engendrado, se guarda a sí mismo, y el maligno no puede apoderarse de él para esclavizarlo o convertirlo en su súbdito. Tal persona puede ser restaurada.

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Antiguo Testamento