Sin embargo, esto no nos anima a pecar: al contrario, es una verdad indiscutible, el que es nacido de Dios, que ve y ama a Dios. No peca: mientras esa fe amorosa permanezca en él, no habla ni hace nada que Dios haya prohibido. Él se guarda a sí mismo - Velando en oración. Y mientras hace esto, el maligno no le toca, para herirle.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad