La conducta de los cristianos de Judea es notable, no sólo como un marcado contraste con la del partido judaizante en Galacia, sino como testimonio de la solidez de la enseñanza del Apóstol. El Evangelio que predicaba, aunque independiente de ellos en cuanto a su fuente, era idéntico al que ellos mismos habían acogido. Y atribuyeron la gloria a Dios en la gracia dada a su siervo.

Esta es una prueba segura de la realidad de nuestra fe y amor: cuando leemos o escuchamos de hombres que se levantan para "predicar la fe" en días pasados, o en tierras lejanas (como, por ejemplo, en el gran misionero obra de la Iglesia), ¿glorificamos a Dios en ellos? Esto fue bien entendido por los reformadores ingleses.

En el Servicio de Conmemoración (que data de la época de Q. Elizabeth, y no improbablemente elaborado por Abp Parker) que se usa en la Universidad, y en algunos, si no en todos los Colegios de Cambridge, hay una oración que comienza, -O Señor, Te glorificamos en estos Tus siervos, nuestros Benefactores, que partieron de esta vida presente". No se puede encontrar mejor comentario sobre la expresión que la Colecta para la Conversión de San Pablo. Compárese también con las palabras de nuestro Señor: "Todo mío (neut. pero incluyendo masculino y femenino) son tuyos, y tuyos son míos; y yo soy glorificado en ellos".

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