4, 5. Para explicar la demora de los apóstoles en Jerusalén después de recibir su comisión, y para preparar al lector para las escenas del próximo Pentecostés, el historiador relata a continuación una parte de la conversación que había tenido lugar el día de la ascensión: (4) “ Y estando reunido con ellos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, la cual habéis oído de mí.

(5) Porque Juan, ciertamente, sumergido en agua; pero seréis sumergidos en el Espíritu Santo, dentro de no muchos días. Algunos comentaristas confunden el mandamiento de no salir de Jerusalén con el mandamiento mencionado anteriormente, que se dio el día en que fue llevado. Pero, en verdad, como ya hemos visto, la comisión constituyó ese mandamiento, mientras que esto es meramente una limitación de la comisión, en referencia al tiempo y lugar del comienzo.

La “ promesa del Padre” que debían esperar, es la promesa del Espíritu Santo, que habían oído de él en la noche de la traición, y que ahora saben que se cumplirá mediante su inmersión en el Espíritu. Sobre este uso del término inmersión véase el Comentario, ii. 16–18.

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