30-37. Hubo otros incidentes en la vida de Moisés tan completamente relacionados con su propósito como este; y a estos procede a anunciar. (30) " Y cuando se cumplieron cuarenta años, se le apareció, en el desierto del monte Sinaí, un ángel del Señor en una llama de fuego en una zarza. (31) Cuando Moisés lo vio, se maravilló de la vista . , y cuando se acercó para observarlo, la voz del Señor vino a él.

(32) Yo soy el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Entonces Moisés tembló y no se atrevió a observarlo. (33) Y el Señor le dijo: Quítate el calzado de los pies; porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. (34) Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos; y ahora, ven, te enviaré a Egipto.

(35) El mismo Moisés, a quien rechazaron, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez? a éste envió Dios por gobernante y libertador, por mano del ángel que se le apareció en la zarza. (36) Los sacó después de hacer prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto cuarenta años. (37) Este es el mismo Moisés que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos como yo; a él oiréis.

En este pasaje, el orador no sólo ha presentado, de la manera más enfática, el contraste entre el rechazo de Moisés por parte de sus hermanos, y su designación por Dios para el mismo oficio de gobernante y libertador, que ellos le negaron, sino que ha También avanzó más hacia su propósito final, al introducir la profecía pronunciada por este mismo Moisés acerca del Mesías, profecía que era aún más acertada, porque refutaba la acusación de que había blasfemado contra Moisés, al decir que Cristo cambiaría el costumbres establecidas por Él. Si el mismo Moisés predijo la venida de un sucesor que debería reemplazarlo, sólo él le rinde el debido respeto a Moisés que se somete a su sucesor.

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