Y así te digo. Somos administradores de las riquezas mundanas que Dios nos da. No debemos desperdiciarlo, ni atesorarlo. Debemos usarlo de una manera que cuente con la aprobación de Dios, para hacer amigos en ese hogar eterno. Es cierto de muchas cosas que "lo usamos o lo perdemos".

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento