Los próximos dos Capítulos nos presentan, por otro lado, las dos formas del mal que caracterizan los últimos días: la enseñanza falsa y corrupta de los hombres malos, y la incredulidad que niega el regreso del Señor sobre la base de la estabilidad de la creación visible. El primero realmente niega al Maestro que los compró. No se trata aquí del título del Señor, ni de la redención. El símil es el de un amo que ha comprado esclavos en el mercado, y ellos lo repudian y se niegan a obedecerlo. Así, entre los judíos convertidos habría falsos maestros, que repudiaban la autoridad de Cristo y sus derechos sobre ellos.

Muchos se dejarían llevar por ellos; y como llevaban el nombre de cristianos, el camino de la verdad sería desprestigiado por sus medios; mientras que de hecho, por su codicia y palabras hipócritas, harían mercadería de los cristianos para su beneficio privado, considerándolos como meros instrumentos de este. Pero el recurso de la fe está siempre en Dios. El juicio los alcanzaría. Los ejemplos de los ángeles caídos, de Noé y el diluvio, de Lot y Sodoma, probaron que el Señor supo librar a los justos de sus pruebas y reservar a los injustos para el día del juicio.

Lo que caracterizaría a esta clase de malhechores sería la licencia desenfrenada de su conducta. Satisfacerían sus deseos carnales y despreciarían toda autoridad de una manera que los ángeles no se atreverían a hacer. Aun así, se llamarían cristianos y se asociarían con cristianos en sus fiestas de amor, engañando a sus propios corazones, adictándose continuamente al mal, prometiendo libertad a otros, pero siendo ellos mismos esclavos de la corrupción.

Ahora bien, volverse a enredar así en el mal, después de haber escapado de él por el conocimiento del Señor y Salvador, era peor que si nunca hubieran conocido nada del camino de la verdad. Pero según el proverbio verdadero, el perro había vuelto a su propio vómito, y la puerca lavada, a revolcarse en el lodo. Por lo tanto, eran apóstatas, pero aquí el Espíritu de Dios no señala tanto la apostasía como el mal, porque el gobierno de Dios todavía está a la vista. En Judas la apostasía es lo más destacado. Pedro nos dice que los ángeles pecaron; Judas, que no guardaron su primer estado. Pero Dios juzgará a los impíos.

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