Jesús les dijo: "Por un poco de tiempo todavía la luz está entre vosotros. Andad mientras tenéis luz, para que las tinieblas no os sorprendan. El que anda en tinieblas no sabe adónde va. Mientras tenéis luz , creed en la luz, para que seáis hijos de la luz".

Hay en este pasaje la promesa implícita y la amenaza implícita que nunca están muy lejos del corazón de la fe cristiana.

(i) Está la promesa de la luz. El hombre que camina con Jesús es librado de las sombras. Hay ciertas sombras que tarde o temprano arrojan su sombra sobre toda luz. Está la sombra del miedo. A veces tenemos miedo de mirar hacia adelante. A veces, especialmente cuando vemos lo que pueden hacer a los demás, tenemos miedo de las oportunidades y los cambios de la vida. Están las sombras de las dudas y las incertidumbres.

A veces el camino a seguir está lejos de estar claro y nos sentimos como personas que andan a tientas entre las sombras sin nada firme a lo que aferrarse. Están las sombras del dolor. Tarde o temprano el sol se pone al mediodía y las luces se apagan. Pero el hombre que camina con Jesús es librado del temor; está liberado de la duda; tiene un gozo que nadie le quita.

(ii) Existe la amenaza implícita. La decisión de confiar la vida y todas las cosas a Jesús, la decisión de tomarlo como Maestro y Guía y Salvador, debe tomarse a tiempo. En la vida, todas las cosas deben hacerse a tiempo, o no se harán en absoluto. Hay trabajo que podemos hacer sólo cuando tenemos la fuerza física para hacerlo. Hay estudios que sólo pueden llevarse a cabo cuando nuestras mentes son lo suficientemente agudas y nuestra memoria lo suficientemente retentiva para afrontarlos.

Hay cosas que tienen que decirse y hacerse o el tiempo para decirlas y hacerlas se ha ido para siempre. Así es con Jesús. En el momento exacto en que Jesús dijo esto, estaba apelando a los judíos para que creyeran en él antes de que viniera la cruz y les fuera arrebatado. Pero esta es una verdad eterna. Es un hecho estadístico que hay un aumento pronunciado en el número de conversiones hasta la edad de diecisiete años y una caída igualmente pronunciada después.

Cuanto más se deja fijar un hombre en sus caminos, más difícil le resulta salirse de ellos. En Cristo se ofrece a los hombres la suprema bienaventuranza; en un sentido, nunca es demasiado tarde para captarlo; pero, no obstante, sigue siendo cierto que debe ser captado en el tiempo.

CIEGA INCREDULIDAD ( Juan 12:37-41 )

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