16 Para el Señor mismo. Emplea el término κελεύσματος, (grito) y luego agrega, la voz del arcángel, a modo de exposición, insinuando cuál será la naturaleza de ese grito excitante: que el arcángel descargará el oficio de un heraldo para convocar a los vivos y los muertos al tribunal de Cristo. Si bien esto será común a todos los ángeles, sin embargo, como es habitual entre los diferentes rangos, él designa a uno en primer lugar para que lidere a los demás. Sin embargo, en cuanto a la trompeta, dejo que otros discutan con mayor sutileza, ya que no tengo nada que decir además de lo que noté brevemente en la Primera Epístola a los Corintios. (583) El Apóstol, sin duda, no tenía nada más a la vista aquí que probar la magnificencia y la venerable apariencia del Juez, hasta que lo contemplemos por completo. Con este gusto nos convertimos en el momento medio para descansar satisfechos.

Los muertos que están en Cristo. Nuevamente dice que los muertos que están en Cristo, es decir, que están incluidos en el cuerpo de Cristo, resucitarán primero, para que sepamos que la esperanza de vida está depositada en el cielo para ellos no menos que para los vivos. No dice nada en cuanto a los reprobados, porque esto no tiende al consuelo de los piadosos, de lo que ahora está tratando.

Él dice que los que sobrevivan serán llevados junto con ellos. En cuanto a estos, no menciona la muerte: por lo tanto, parece como si quisiera decir que estarían exentos de la muerte. Aquí Agustín se angustia mucho, tanto en el vigésimo libro sobre la Ciudad de Dios como en su Respuesta a Dulcitius, porque Paul parece contradecirse, en la medida en que dice en otra parte, que la semilla no puede volver a brotar a menos que muera. (1 Corintios 15:36) La solución, sin embargo, es fácil, ya que un cambio repentino será como la muerte. La muerte ordinaria, es cierto, es la separación del alma del cuerpo; pero esto no impide que el Señor pueda destruir en un momento esta naturaleza corruptible, a fin de crearla de nuevo por su poder, porque así se logra lo que el mismo Pablo enseña que debe tener lugar: que la mortalidad se tragará de la vida. (2 Corintios 5:4) Lo que se dice en nuestra Confesión, (584) que "Cristo será el Juez de los muertos y de los vivos , ” (585) Agustín reconoce que es verdad sin una cifra. (586) Solo está perdido en cuanto a esto: cómo aquellos que no han muerto resucitarán nuevamente. Pero, como he dicho, esa es una especie de muerte, cuando esta carne se reduce a la nada, ya que ahora es susceptible de corrupción. La única diferencia es esta: que aquellos que duermen (587) dejan de lado la sustancia del cuerpo por algún tiempo, pero aquellos que se cambiarán repentinamente posponer nada más que la calidad

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