9. El Señor lo sabe. Lo que primero ofende a los débiles es que cuando los fieles buscan ayuda ansiosamente, Dios no los ayuda de inmediato; pero, por el contrario, los sufre a veces como si fueran a desaparecer a través del cansancio y la languidez diaria; y en segundo lugar, cuando los malvados se vuelven insensibles con impunidad y Dios, mientras tanto, calla, como si él se confabulara ante sus malas acciones. Esta doble ofensa que Peter ahora elimina; porque él testifica que el Señor sabe cuándo es conveniente liberar a los piadosos de la tentación. Con estas palabras, nos recuerda que este cargo debe dejarse en manos de él, y que, por lo tanto, debemos soportar las tentaciones y no desmayarnos, cuando en cualquier momento aplaza su venganza contra los impíos.

Este consuelo es muy necesario para nosotros, ya que este pensamiento tiende a introducirse: "Si el Señor quisiera estar seguro, ¿por qué no los reúne en algún rincón de la tierra, para que puedan estimularse mutuamente?" a la santidad? ¿por qué los mezcla con los malvados por quienes pueden contaminarse? Pero cuando Dios se reclama a sí mismo el oficio de ayudar y proteger a los suyos, para que no fracasen en el concurso, reunimos el coraje para luchar más vigorosamente. El significado de la primera cláusula es que el Señor prescribe esta ley a todos los piadosos, que deben ser probados por varias tentaciones, pero que deben tener buenas esperanzas de éxito, porque nunca deben ser privados de Su ayuda y ayuda.

Y para reservar lo injusto. Con esta cláusula, él demuestra que Dios regula sus juicios de manera tal que tengan paciencia con los impíos por un tiempo, pero que no los dejen en la impunidad. Por lo tanto, corrige demasiada prisa, por lo cual no nos dejarán llevar de cabeza, especialmente cuando la atrocidad de la maldad nos hiere gravemente, porque deseamos que Dios se fulmine sin demora; cuando no lo hace, ya no parece ser el juez del mundo. Para que no nos moleste esta impunidad temporal de maldad, Pedro nos recuerda que el Señor ha designado un día de juicio; y que, por lo tanto, los malvados de ninguna manera escaparán del castigo, aunque no se les inflija de inmediato.

Hay un énfasis en la palabra reserva, como si hubiera dicho, que no escaparán de la mano de Dios, sino que estarán atados por cadenas ocultas, para que en algún momento puedan ser juzgados. El participio κολαζομένους, aunque en tiempo presente, aún no se ha explicado así, que están reservados o se mantienen para ser castigados, o que pueden ser castigados. Porque nos pide que confiemos en la expectativa del juicio final, para que con esperanza y paciencia podamos luchar hasta el final de la vida.

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