22. Y la trajo, etc. Moisés ahora relata que el matrimonio fue instituido divinamente, lo cual es especialmente útil para ser conocido; ya que Adán no tomó una esposa para sí mismo a su propia voluntad, sino que la recibió tal como se la ofreció y se la asignó Dios, la santidad del matrimonio, por lo tanto, aparece más claramente, porque reconocemos a Dios como su Autor. Mientras más se ha esforzado Satanás por deshonrar el matrimonio, más deberíamos reivindicarlo de todo reproche y abuso, para que pueda recibir su debida reverencia. De allí se deducirá que los hijos de Dios pueden abrazar una vida conyugal con una conciencia buena y tranquila, y los esposos y las esposas pueden vivir juntos en castidad y honor. El artificio de Satanás al intentar la difamación del matrimonio era doble: primero, que por medio del odio que se le atribuía, podría introducir la ley pestilente del celibato; y, en segundo lugar, que las personas casadas pueden disfrutar de la licencia que deseen. Por lo tanto, al mostrar la dignidad del matrimonio, debemos eliminar la superstición, para que no obstaculice en lo más mínimo a los fieles de usar castigadamente la ordenanza legal y pura de Dios; y además, debemos oponernos a la lascivia de la carne, para que los hombres puedan vivir modestamente con sus esposas. Pero si ninguna otra razón nos influyó, sin embargo, esto por sí solo debería ser suficiente, que a menos que pensemos y hablemos honorablemente del matrimonio, el reproche se atribuye a su Autor y Patrón, ya que Dios describe a Dios como tal.

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