31. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras. Como la verdadera religión, al mantener la gloria de Dios, arde con su propio celo que dirige el Espíritu de Dios, así la incredulidad es la madre de la ira, y el diablo se apresura sobre los malvados de tal manera que no respiran nada más que la matanza. Este resultado muestra con qué intención le hicieron la pregunta a Cristo; porque la confesión abierta, de la cual pretendieron estar deseosos, los lleva instantáneamente a la locura. Y sin embargo, a pesar de que se apresuran, con tanta violencia, a oprimir a Cristo, no cabe duda de que asignaron alguna razón plausible para su juicio, como si estuvieran actuando de acuerdo con el mandato de la Ley, por el cual Dios ordena que los falsos profetas serán apedreados, (Deuteronomio 13:5.)

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