64. Pero hay algunos de ustedes que no creen. Nuevamente se les atribuye la culpa, porque, al ser desposeídos del Espíritu, corrompen y degradan su doctrina con perversidad, y así la convierten en su ruina. De lo contrario, podrían haber objetado: "Usted se jacta, de hecho, de que lo que habla se está acelerando, pero no experimentamos nada de esa naturaleza". Por lo tanto, dice que por sí mismos se previene; porque la incredulidad, como siempre es orgullosa, nunca comprenderá nada en las palabras de Cristo que desprecia y desprecia. Por lo tanto, si deseamos sacar provecho de este Maestro, traigamos mentes dispuestas a escucharlo; porque si la humildad y la reverencia no abren la entrada a su doctrina, nuestros entendimientos son más difíciles que las piedras, y no recibirán ninguna parte de la sana doctrina. Y, por lo tanto, cuando en la actualidad vemos a tan pocas personas en el mundo aprovechando el Evangelio, debemos recordar que esto surge de la depravación de los hombres. ¿Para cuántos encontrarás que se niegan a sí mismos y se someten verdaderamente a Cristo? En cuanto a que solo dijo que había algunos que no creían, aunque casi todos eran responsables de este cargo, su razón para hacerlo parece haber sido que, si había alguien que aún no estaba más allá de la posibilidad de curación, Es posible que no abandonen sus mentes con desesperación.

Porque Jesús lo supo desde el principio. El evangelista agregó esto, que nadie podría pensar que Cristo formó una opinión al azar sobre sus oyentes. Muchos profesaron pertenecer a su rebaño, pero una repentina apostasía expuso su hipocresía. Pero el evangelista dice que su traición, aun cuando era desconocida para otros, era bien conocida por Cristo. Y esto se afirma, no tanto en su cuenta, como que podemos aprender a no formar un juicio, excepto en temas que hemos investigado a fondo; En cuanto a su conocimiento de Cristo desde el principio, esto era peculiar de su Divinidad. Es lo contrario con nosotros; ya que no conocemos los corazones, debemos retrasar la formación de un juicio, hasta que la impiedad se manifieste con signos externos, y así el árbol sea conocido por sus frutos (Mateo 7:16).

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