21. Pero esperábamos. De lo que sigue es evidente que la esperanza que habían mantenido con respecto a Cristo no se rompió, aunque a primera vista tal parece ser la importancia de sus palabras. Pero como una persona que no había recibido ninguna instrucción previa en el Evangelio podría ser perjudicada por la narrativa que estaba a punto de dar con respecto a la condena de Cristo, que fue condenado por los gobernantes de la Iglesia, Cleofás enfrenta esta ofensa por La esperanza de la redención. Y aunque luego muestra que es con temblor y vacilación que continúa con esta esperanza, sin embargo, recolecta diligentemente todo lo que puede contribuir a su apoyo. Porque es probable que mencione el tercer día por ninguna otra razón que no sea que el Señor había prometido que después de tres días resucitaría. Cuando más tarde relata que las mujeres no habían ensuciado el cuerpo, y que habían visto una visión de los ángeles, y que lo que las mujeres habían dicho sobre la tumba vacía también fue confirmado por el testimonio de los hombres, todo esto equivale a esto: que Cristo había resucitado. Así, el hombre santo, dudando entre la fe y el miedo, emplea lo que está adaptado para nutrir la fe, y lucha contra el miedo al máximo de su poder.

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