5. Por lo tanto, un hombre dejará a su padre y a su madre. No está claro si Moisés representa a Adán o Dios al hablar estas palabras; pero es de poca importancia para el pasaje presente cuál de estos significados eliges, porque fue suficiente para citar la decisión que Dios había pronunciado, aunque podría haber sido pronunciada por la boca de Adán. Ahora al que se casa con una esposa no se le ordena absolutamente que deje a su padre; porque Dios se contradiría a sí mismo, si por matrimonio dejara de lado aquellos deberes que ordena a los hijos hacia sus padres; pero cuando se hace una comparación entre los reclamos, la esposa es preferible al padre y la madre. Pero si algún hombre abandona a su padre y se sacude el yugo al que está atado, ningún hombre será dueño de semejante monstruo; (595) mucho menos tendrá la libertad de disolver un matrimonio.

Y los dos serán una sola carne. Esta expresión condena la poligamia no menos de lo que condena la libertad desenfrenada en esposas divorciadas; porque, si la unión mutua de dos personas fue consagrada por el Señor, la mezcla de tres o cuatro personas no está autorizada. (596) Pero Cristo, como dije hace un momento, lo aplica de manera diferente a su propósito; es decir, para demostrar que quien se divorcia de su esposa se hace pedazos, porque tal es la fuerza del matrimonio sagrado, que el esposo y la esposa se convierten en un solo hombre. Porque no fue el diseño de Cristo introducir la especulación impura y sucia de Platón, sino que habló con reverencia del orden que Dios ha establecido. Que el esposo y la esposa, por lo tanto, vivan juntos de tal manera que cada uno valore al otro de la misma manera que si fueran la mitad de sí mismos. Deje que el esposo gobierne, para ser la cabeza, y no el tirano, de su esposa; y deja que la mujer, por otro lado, ceda modestamente a sus órdenes.

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