Las dos similitudes que David ha unido en el siguiente verso, respetando la niña del ojo, y los pajaritos que la madre guarda bajo sus alas, (363) se presentan para ilustrar el mismo tema. Dios, para expresar el gran cuidado que tiene de su propio pueblo, se compara con una gallina y otras aves, que extienden sus alas para apreciar y cubrir a sus crías, y declara que no son menos queridos para él que la manzana de el ojo, que es la parte más tierna del cuerpo, es para el hombre; se deduce, por lo tanto, que cada vez que los hombres se levantan para molestar y dañar al justo, se libra una guerra contra él. Como esta forma de oración fue puesta en boca de David por el Espíritu Santo, debe considerarse que contiene una promesa. Aquí hemos presentado a nuestra contemplación una prueba singular y sorprendente de la bondad de Dios, al humillarse a sí mismo hasta ahora y, por así decirlo, al transformarse, para elevar nuestra fe por encima de las concepciones de la carne.

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