10 Es como una matanza en mis huesos. Este verso está algo involucrado en el punto de expresión; pero en cuanto a su significado no hay oscuridad. David aquí afirma que el dolor que experimentó por los reproches de sus enemigos, lo hirió en ningún grado menos que si le hubieran atravesado los huesos. La palabra ברצה, beretsach, significa matar; y, por lo tanto, he retenido esta idea en la traducción de la misma. Y, sin embargo, no condeno la opinión de quienes la convierten en una espada de matanza. (124) Aquí hay una diferencia en cuanto a la lectura, que surge de la gran similitud que existe entre las dos letras ב, beth, y כ, caph, la marca de similitud. Como la letra ב beth, a menudo es superflua, preferiría estar dispuesto, en un asunto dudoso como este, a omitirla por completo. Pero, como he dicho, el sentido es perfectamente claro, excepto que los intérpretes no parecen tomar esto suficientemente en consideración, que por los términos mis huesos, se hace referencia a la amargura del dolor; porque sentimos mucho más agudamente cualquier lesión que se haga a los huesos, que si una espada perforara los intestinos, o las otras partes del cuerpo que son suaves y flexibles. Los hijos de Dios tampoco deberían considerar esta similitud como hiperbólica; y si uno se pregunta por qué David se tomó tan en serio la burla de sus enemigos, solo manifiesta en esto su propia insensibilidad. De todos los males amargos que nos sobrevienen, no hay nada que pueda infligirnos una herida más severa que ver a los malvados desgarrar la majestad de Dios, y tratar de destruir y derrocar nuestra fe. La doctrina enseñada por Pablo (Gálatas 4:24) sobre la persecución de Ismael es bien conocida. Muchos consideran su broma infantil como de poco tiempo, pero como tendía a este efecto, que el pacto de Dios debe ser estimado como algo sin valor, es por eso que, según el juicio del Espíritu Santo, es representó la más cruel persecución. David, por lo tanto, con mucha propiedad, se compara con una espada de matanza, que penetra incluso dentro de los huesos y la médula, la burla de sus enemigos, por la cual vio su propia fe y la palabra de Dios pisoteada. Y le gustaría a Dios que todos los que se jactan de ser sus hijos aprendan a soportar sus errores privados con más paciencia y a manifestar el mismo celo vehemente por el que se distingue David, cuando su fe es atacada al deshonor de Dios, y cuando ¡La palabra que también les da vida está incluida en el mismo reproche!

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