2 Sam. 12. Puede valer la pena observar la analogía que hubo entre el pecado de David en el asunto de Urías y los juicios posteriores. Fue culpable de derramamiento de sangre, y fue castigado con esto en su propia familia, uno de sus propios hijos derramando la sangre de otro. Absalón derramó la sangre de Amnón, y después él, siendo su propio hijo, buscando derramar su sangre, y con Absalón la mayor parte de sus súbditos que solían serle leales y tener un buen afecto por él, se volvió su corazón contra él, y se convirtieron en sus enemigos, y trataron de derramar su sangre, y después la sangre de Absalón fue derramada, para gran dolor de David su padre.

Fue culpable de la inmundicia más agravada en su adulterio con Betsabé, y fue castigado con la inmundicia en su propia familia de la manera más agravada, por el horrible incesto y violación de su propio hijo sobre su propia hija, y después Absalón su hijo, que le era muy querido, yendo a sus propias concubinas muchas de ellas, y que en la azotea de la casa a la vista del sol, ya la vista de todo Israel, con el propósito de hacer a su padre como odioso y despreciable como posiblemente podría ser.

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