El gobernante sabio de la Iglesia debe entender cómo tratar con su pueblo individualmente. Cada edad y condición necesita un tratamiento separado: ancianos, jóvenes; ancianas, mujeres jóvenes. Las viudas, en particular, necesitan atención discriminatoria; ya que algunos de ellos pueden tener que ser sostenidos por la Iglesia; y no debemos dejar que la Iglesia se imponga, ni dé ocasión al escándalo. En consecuencia, las viudas de la Iglesia deben tener al menos sesenta años y ser de buen carácter.

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