καὶ γὰρ οἱ ὄντες κ. τ. λ.: porque en verdad nosotros que estamos en el cuerpo (ver 2 Corintios 5:1 ) gemimos agobiados ( cf. Sab 9:15, φθαρτὸν σῶμα βαρύνει ψυχήν), no por eso (ἐφʼ ᾧ; cf. Romanos 5:12 ) estaríamos desnudos ( cf.

2Es 2:45) , sino revestido, para que lo mortal sea absorbido por la vida, es decir , para que el cuerpo mortal, sin pasar por la muerte, sea absorbido, por así decirlo, en el cuerpo celestial que ha de ser superpuesto ( Cf. Isaías 25:8 ). La doble metáfora en estos versos de la de una casa a la de un vestido está muy en St.

manera de Pablo. Stanley encuentra la explicación de ambos “en la imagen que, tanto por su ocupación como por su lugar de nacimiento, se le ocurriría naturalmente al Apóstol, la tienda de cilicio cilicio, que podría sugerir casi por igual la idea de una habitación y de una vestidura” ( cf. Salmo 104:2 ). La verdad es que ninguna metáfora por sí sola podría transmitir a la mente una concepción verdadera del cielo o de la condición de los bienaventurados. Podemos hablar del hogar celestial como un lugar (οἰκητήριον), pero debemos recordar que aquí se trata más bien de un estado expresado por la imagen de la vestidura celestial.

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