Por lo tanto, no era motivo de asombro que se requiriera un nuevo nacimiento para entrar en el reino espiritual. El argumento implica que el nacimiento natural produce solo σάρξ, no espíritu. Por su nacimiento natural el hombre es un animal, con una naturaleza apta para vivir en el mundo material en el que se encuentra y con capacidades para la vida espiritual en un mundo espiritual. Estas capacidades pueden o no desarrollarse.

Si se desarrollan, el Espíritu de Dios es el Agente, y el cambio producido por su desarrollo puede llamarse apropiadamente un nuevo nacimiento, porque le da al hombre la entrada a un mundo nuevo y le imparte nueva vida para vivir en él. ( Cf. el segundo nacimiento y la segunda vida de muchos insectos.)

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Antiguo Testamento