El hijo repite su discurso premeditado, con o sin la última cláusula; probablemente con él, como parte de una lección bien engatusada, repetida medio mecánicamente, pero no sin sinceridad, como si dijera: No merezco esto, vine esperando a lo sumo el trato de un asalariado en la comida y, de lo contrario, me avergonzaría ser algo superior.

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Antiguo Testamento