La justificación de esta insistencia en la necesidad universal de la recta conducta es el alcance omnímodo de la gracia salvadora de Dios, que se ha manifestado visiblemente como llamada al arrepentimiento, ayuda a la enmienda de vida y estímulo a la esperanza. El don de Cristo de sí mismo por nosotros nos constriñe a entregarnos totalmente a él. Insista en estas cosas, con la mayor autoridad posible, en todos los departamentos de su enseñanza.

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