versión 2. En la esperanza de la vida eterna ἐπ ʼ ἐλπίδι, sobre esta base. Pero, ¿de qué sirvió de base? ¿Era el oficio de San Pablo como apóstol, o aquello a lo que ministraba, es decir, la fe y el conocimiento de los elegidos de Dios? Evidentemente, esta última es la referencia más natural. Que la fe y el conocimiento eran sin duda grandes cosas en sí mismas, pero estaban conectadas con algo que podría llamarse aún mayor; descansaban sobre un trasfondo de promesa y esperanza que, en cierto modo, se extendía de eternidad en eternidad, teniendo como origen la promesa primigenia de Dios y como fin la participación en su vida eterna.

¡Qué pensamiento tan elevado! ¡Y cuán peculiarmente apropiado, tanto para realzar los logros espirituales que llevaron consigo la realización de tal esperanza, como para exaltar el ministerio que fue designado para ponerlos, instrumentalmente, al alcance de los hombres! La expresión πρὸ χρόνων αἰωνίων difícilmente puede traducirse de otra manera que antes de los tiempos eternos , aunque está relacionada con una promesa, no con un propósito o decreto simple de Dios, debe entenderse de eternidad en el sentido más amplio; es decir, de un período indefinidamente remoto antes de las épocas históricas ordinarias del mundo.

Así Calvino, sustancialmente, y en esto expresamente difiriendo de Agustín y Jerónimo, quienes llevarían el asunto más allá de todas las épocas temporales, y se perderían en el pensamiento de edades estrictamente eternas. “Aquí, sin embargo (dice Calvino), debido a que el discurso es de una promesa, no abarca todas las edades, para llevarnos más allá de la creación del mundo; pero enseña que habían transcurrido muchas edades desde el momento en que se dio la promesa de salvación.

O, como lo expresa de nuevo, que la promesa “en el largo orden de los siglos es muy antigua, porque comenzó en el presente después de la fundación del mundo”. En resumen, podría decirse que data de más allá de las edades, que a la vista del hombre parecen extenderse en una especie de pasado interminable. La característica de Dios como en su naturaleza la antítesis de todo lo que es falso o engañoso ἀψευδὴς incapaz de mentir, está diseñada para inspirar confianza en la palabra de la promesa: aunque dada con tanta anticipación, es fresca y viva aún, teniendo su raíz en el inmutable y siempre fiel Jehová.

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