Entonces los judíos que estaban con ella en casa y la consolaban, cuando vieron que se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. 32. Cuando llegó María al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se postró a sus pies y le dijo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Un mismo pensamiento había llenado el alma de las dos hermanas y quizás la del moribundo en sus últimas horas: ¡Si Jesús estuviera aquí! Pero sobre este fondo común de pena y arrepentimiento aparecen algunas diferencias significativas entre las dos hermanas. Hemos destacado el carácter masculino de la fe de Marta. María, por el contrario, parecía estar completamente abrumada por su dolor: la suya era una naturaleza totalmente femenina.

Y, como las personas de vívidas impresiones, no hace ningún esfuerzo enérgico para superar el abatimiento que se apoderó de ella. Se deja caer a los pies de Jesús, cosa que no había hecho Marta; es, además, el lugar que ama ( Lucas 10:39 ; Juan 12:3 ).

No añade a la expresión de su dolor, como su hermana, una palabra de fe y de esperanza. Hay, finalmente, en la exclamación que es común a ella ya Martha, dos matices de diferencias que no son accidentales. En lugar de ἐτεθνήκει, está muerto (el estado actual), que las autoridades bizantinas ponen en boca de Marta, Juan 11:21 , ella dice: ἀπέθανε: ha hecho el acto de morir; es como si aún estuviera en el momento cruel en que se llevó a cabo la separación.

Este matiz de diferencia en la lectura recibida ( Juan 11:27 ) habla a favor de su autenticidad. Entonces el pronombre μου, de mí , se coloca en la boca de María ante ὁ ἀδελφός, el hermano , e incluso, según la lectura alejandrina, ante ἀπέθανε: una parte de ella , por así decirlo, se ha ido.

Así, en Martha, una naturaleza práctica y llena de elasticidad, capaz de reaccionar enérgicamente contra un sentimiento depresivo; en María, una sensibilidad entregada, sin la menor huella de reacción, al sentimiento que la absorbe. ¡Qué verdad en cada rasgo de esta imagen!

Jesús conoce demasiado bien el corazón humano como para intentar aplicar a María el método que acaba de emplear con Marta. Con un dolor como el de ella, no hay necesidad de enseñar y hablar; hay necesidad de simpatizar y actuar.

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