versión 52 : El Monopolio de la Teología. ¡Ay de vosotros, abogados! porque habéis quitado la llave del conocimiento; no entrasteis vosotros mismos, y se lo impedisteis a los que entraban. El despotismo religioso del que Jesús en tercer lugar acusa a los escribas, es una consecuencia natural de su apego fanático a la letra. Esta última reprensión corresponde a la tercera que había dirigido a los fariseos por la perniciosa influencia que ejercían sobre todo el pueblo.

Jesús representa el conocimiento (γνῶσις) bajo la figura de un templo, al que los escribas deberían haber conducido al pueblo, pero cuya puerta cierran y sostienen la llave con celoso cuidado. Este conocimiento no es el del evangelio, significado que nos llevaría fuera del dominio de los escribas; es el conocimiento vivo real de Dios, tal como ya se puede encontrar, al menos en cierta medida, en el O.

T. La clave son las Escrituras, cuya interpretación los escribas se reservaron exclusivamente para ellos. Pero sus comentarios, en lugar de rasgar el velo de la letra, para que sus oyentes pudieran penetrar hasta el espíritu, lo espesaron, por el contrario, como para impedir que Israel contemplara el rostro del Dios vivo que se reveló en el AT, y de entrar en contacto con Él. la prensa parte. εἰσερχόμενοι denota a aquellos que estaban listos para elevarse a este conocimiento vital, ya quienes solo les faltaba la sana interpretación de las Escrituras para llevarlos a él.

Mateo, en un largo discurso que pone en boca de Jesús en el templo (cap. 23), ha combinado en una misa compacta el contenido de esos dos apóstrofes dirigidos a los fariseos y letrados, que tan bien distingue Lucas. Ciertamente Jesús pronunció en el templo, como relata Mateo, un vigoroso discurso dirigido a los escribas y fariseos. El mismo Lucas ( Lucas 20:45-47 ) indica el tiempo, y da un resumen del mismo.

Pero no se puede dudar que aquí, como en el Sermón de la Montaña, el primer Evangelio ha combinado muchos dichos pronunciados en diferentes ocasiones. La distribución de acusaciones entre fariseos y abogados, tal como la encontramos en Lucas, corresponde perfectamente a los caracteres de esas dos clases. La pregunta del escriba ( Lucas 11:45 ) parece ser indiscutiblemente auténtica. Así Lucas se muestra aquí de nuevo como el historiador propiamente dicho.

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