Joel (Joe 2:32) ya había anunciado este nuevo hecho: que la salvación dependería únicamente de la invocación creyente del nombre de Jehová en su última manifestación mesiánica. Los derechos legales se habían desvanecido ante sus ojos; allí permaneció la adoración de Jehová en Su suprema revelación. Pablo aplica con pleno derecho esta palabra profética a la venida de Jesús. Ahora bien, si la invocación del nombre de Jehová, revelado en la persona del Mesías Jesús, ha de ser el medio de salvación para todos, ¿qué se sigue de ello? La necesidad de una predicación universal del nombre que debe ser invocada por todos.

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