Entonces perecen también los que durmieron en Cristo, es decir , los que han muerto en la fe, la esperanza y la caridad. Si el cuerpo no ha de resucitar, sino que perece directamente con la muerte, el alma también perecerá: no puede existir para siempre sin el cuerpo, porque su naturaleza es la "forma" del cuerpo. Entonces, a menos que Dios le quite por la violencia al alma su naturaleza y condición natural, debe restaurarle su cuerpo.

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Antiguo Testamento