Si en esta vida solamente tenemos esperanza en Cristo. 1. La palabra "esperanza" aquí significa, no el acto de esperanza, porque esto existe solo en esta vida, sino el objeto de la esperanza o la cosa que se espera. Si nuestra única esperanza en Cristo es para los bienes de esta vida, entonces somos los más miserables de los hombres; somos también los más insensatos, porque confiamos en una esperanza vana de la resurrección, que no ha de suceder nunca, y sufrimos ayunos, mortificaciones, persecuciones y otras penalidades, y renunciamos a los placeres del mundo y de la carne que los demás se complacen en.

Aunque, pues, somos más felices que ellos, por el bien que es fruto de la virtud de la abstinencia, de la caridad y de una conciencia tranquila, sin embargo, somos más miserables que ellos, en cuanto a nuestra esperanza en Cristo. preocupados, es más, somos tontos por confiar en una esperanza sin fundamento. Así Anselmo y Crisóstomo. El Apóstol no dice "somos peores", sino "miserables"; porque es cosa miserable afligirnos por causa de la virtud, y sin embargo no obtener el premio; pero el premio de la virtud cristiana es la resurrección.

Puede decirse que el alma puede tener su recompensa y ser bendecida sin que su cuerpo resucite. Mi respuesta a esto es: Dios pudo haber dispuesto las cosas de tal manera que el alma sola debería ser recompensada con la Visión Beatífica, pero Él no lo quiso así. De hecho, Él quiso que si el alma fuera beatificada, también lo sería el cuerpo; si el cuerpo no es, tampoco el alma; de lo contrario, Cristo no habría vencido completamente al pecado, que reina por la muerte sobre el alma y el cuerpo por igual.

2. Era la opinión de los hombres en ese tiempo que si se prueba la inmortalidad del alma, la resurrección del cuerpo debe ser admitida de inmediato, debido a la estrecha conexión entre ellos. El alma tiene un anhelo natural por el cuerpo, y no puede existir sin él a menos que sea por medio de la violencia. Luego la resurrección, en cuanto a la esencia ya las necesidades de la naturaleza humana, es un proceso natural, aunque su modo de ejecución sea sobrenatural.

Tampoco el alma, una vez separada, puede volver a unirse al cuerpo por ninguna fuerza creada, sino sólo por el poder sobrenatural de Dios. Pablo, pues, de la negación de la resurrección y felicidad del cuerpo, infiere con razón, según la opinión común de los hombres, además de la naturaleza y verdad de las cosas, la negación de la inmortalidad y bienaventuranza del alma; y por eso no es de extrañar que los cristianos no se levanten de nuevo, que sean los más miserables de todos los hombres.

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