Además, clamo a Dios por un registro sobre mi alma. Por esto es lícito al cristiano prestar juramento, dice S. Agustín (qu. 5, inter. 83); porque el Apóstol aquí presta juramento, y éste de execración. Si miento, dice, que Dios sea mi juez y condene mi alma.

Que para perdonaros no he venido todavía a Corinto. Para que no me vea obligado a ejercer mi autoridad apostólica contra los vicios de los ofensores entre vosotros: fue para evitar que os entristeciera mi venida para corregiros. Entonces Anselmo. Cf. también cap. ii. 1. S. Pablo da aquí la verdadera razón por la que no había cumplido su promesa, o su propósito de visitar Corinto, que era que los corintios aún no habían renunciado a los vicios de los que les había amonestado en su Primera Epístola, y merecían por lo tanto, para ser reprendido aún más severamente y castigado. Pero él los trata con dulzura, y por su ausencia deseaba tácitamente, y por su epístola abiertamente, recordarles una vez más su deber, y así corregirlos con dulzura.

Que los prelados aprendan de esto a no estar nunca reprendiendo y reprendiendo a los que están debajo de ellos por sus faltas, para que no los vuelvan duros e insensibles. Y más que esto, las faltas de algunas personas, especialmente aquellas que son más magnánimas y sensibles, se corrigen más eficazmente si se las señala con paciencia e indirectamente que si se las reprende abiertamente o si se les castiga con castigo. Cf. S. Gregorio ( Pastor. pt, iii. c. 8 y 9).

Todavía. Es decir, después de su primera visita, o después de la Primera Epístola.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento