Respondió Tomás y le dijo: Señor mío y Dios mío. Esto fue después de que se cercioró completamente de que era Cristo mismo, quien había recibido estas heridas en la cruz, y quien ahora estaba vivo de nuevo. Véase Tertuliano, de Anima , cap. xxviii.; S. Ambrosio, en Ps. xliii. (xliv.); S. Hilary, de Trinit. lib. iii.; S. Cirilo, xii. 58; S. Gregorio, Hom. xxvi .

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Antiguo Testamento