Porque el obrero es digno de su salario. Por alquiler debemos entender no el dinero o su equivalente, sino la comida y el sustento. Porque la predicación del reino de los cielos no tiene precio. Por eso San Agustín dice sobre el Salmo ciii.: ¿Qué reciben? Otorgan dones espirituales, reciben carnales; dan oro, reciben lo que no vale nada. Por lo tanto, es claro que los apóstoles debían vivir por el evangelio, y que sus oyentes estaban obligados por toda ley, natural y divina, a apoyarlos.

Se les prohibió entonces llevar bolsa o alforja, porque Dios lo puso en el corazón de aquellos que asistían a su enseñanza para proveer para todas sus necesidades. Pues dice S. Gregorio ( Hom . 17): El que nos prohibe llevar alforja o bolsa, ordena que vivamos del evangelio. Porque conviene que recibamos cosas terrenales de aquellos a quienes ofrecemos recompensas celestiales. Y nuevamente, Cristo muestra por qué ordenó a sus discípulos que no llevaran alforja ni bolsa, no porque estas cosas fueran innecesarias, sino para enseñar que era deber de aquellos a quienes fueron enviados suministrarlas. S. Agustín, De Consent. Evan . liberación _ ii.

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