Y los soldados también le preguntaron, diciendo: ¿Y qué haremos? Y él les dijo: No hagáis violencia a nadie, ni acuséis a nadie falsamente; y contentaos con vuestro salario . Soldados que estaban sirviendo algunos de ellos bajo Herodes Antipas contra Aretas, el rey de los árabes, algunos bajo el prefecto del Templo, y algunos bajo Pilato, el gobernador romano; estos hombres, al oír a Juan tronando contra sus vicios, y amenazándolos con el infierno, conscientes de la rapiña y otros crímenes que los soldados suelen cometer, arrepintiéndose, junto con los publicanos, por la palabra de Juan, buscan de él el remedio de penitencia, de buena vida y de salvación.

Juan, por tanto, tácitamente da a entender que es lícito ser soldado, y que es lícita la guerra, como enseña S. Ambrosio ( Serm . 7), y S. Agustín ( Contra Faustum , lib. xxii. cap. lxxiv.)

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