Y Adam no fue engañado - Esta es la segunda razón por la cual la mujer debería ocupar un rango subordinado en todas las cosas. Es que, en la situación más importante en la que la colocaron, había demostrado que no estaba calificada para tomar la iniciativa. Había demostrado estar dispuesta a ceder a la tentación; una debilidad de resistencia; una flexibilidad de carácter, que mostraba que no estaba adaptada a la situación de la jefatura, y que hacía apropiado que después ocupara una situación subordinada. No se quiere decir aquí que Adán no pecó, ni siquiera que el tentador no lo engañó, sino que la mujer se opuso a una resistencia más débil a la tentación de la que él hubiera hecho, y que la tentación tal como se aplicaba realmente a ella habría tenido sido ineficaz para él. Para tentarlo y seducirlo a caer, se necesitaban todas las persuasiones suaves, las súplicas y el ejemplo de su esposa.

Satanás entendió esto y se acercó al hombre no con el argumento engañoso de la serpiente, sino a través de los atractivos de su esposa. Indudablemente, aquí se implica que el hombre en general tiene el poder de resistir ciertos tipos de tentación superiores a los que posee la mujer y, por lo tanto, que la jefatura le pertenece propiamente. Esta es, sin duda, la verdad general, aunque puede haber muchas excepciones y muchos casos nobles en honor al sexo femenino, en el que demuestran un poder de resistencia a la tentación superior al hombre. En muchos rasgos de carácter, y entre ellos los más bellos, la mujer es superior al hombre; Sin embargo, es indudablemente cierto que, como cosa general, la tentación causará una impresión más fuerte en ella que en él. Cuando se dice que "Adán no fue engañado", no significa que cuando comió realmente del fruto no estaba bajo engaño, sino que no fue engañado por la serpiente; no fue engañado primero, ni primero en la transgresión. La mujer debe recordar que el pecado comenzó con ella y, por lo tanto, debe estar dispuesta a ocupar una situación humilde y subordinada.

Pero la mujer siendo engañada - Se le hizo suponer que el fruto no la dañaría, sino que la haría sabia, y que Dios no cumpliría su amenaza de muerte. El pecado, desde el principio, ha sido un proceso de engaño. Todo hombre o mujer que viole la ley de Dios es engañado en cuanto a la felicidad que se espera de la violación, y en cuanto a las consecuencias que la seguirán.

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