Los estatutos del Señor - La palabra aquí redactada correctamente significa mandatos, preceptos - reglas dadas a cualquiera para guiarlo, Salmo 103:18; Salmo 111:7. Se refiere a las leyes de Dios consideradas como designadas, o como resultado de la autoridad divina. El verbo del que se deriva esta palabra (Hiphil) significa establecer, supervisar, nombrar. De ahí la idea de leyes o estatutos, como resultado de tal nombramiento, o tal autoridad.

Tienen razón - Son iguales, justos, adecuados. Son los que se basan en la sabiduría y la equidad; no como el mero resultado de una cita arbitraria. La idea es que no son simplemente nombrados o vinculados por la autoridad, sino que son en sí mismos equitativos y justos.

Regocijo del corazón - Alegrando el corazón por el hecho de que son equitativos y justos, y contentos como resultado de la obediencia. Siempre es una fuente de felicidad verdadera cuando podemos sentir que estamos bajo leyes justas e iguales; leyes en sí mismas correctas, y leyes administradas en justicia y verdad.

El mandamiento del Señor - Una denominación de la ley de Dios a partir de la idea de establecer, nombrar, constituir; por lo tanto, de cobrar o mandar. La idea aquí no es tanto que la cosa sea correcta en sí misma, sino que es designada u ordenada por Dios; que es lo que él requiere. El término es uno que a menudo se aplica a las leyes de Dios, Deuteronomio 6:1; Deuteronomio 7:11; Levítico 4:13; Génesis 26:5; Éxodo 15:26; Éxodo 16:28; Salmo 78:7; Salmo 89:31; Salmo 119:6, Salmo 119:1, Salmo 119:19, Salmo 119:21, Salmo 119:32, Salmo 119:35, Salmo 119:47, Salmo 119:6, Salmo 119:66, Salmo 119:73, Salmo 119:86, Salmo 119:96, Salmo 119:98, Salmo 119:115, Salmo 119:127, Salmo 119:131, Salmo 119:143 luego Capítulo I, luego yo, yo, yo, luego salgo y luego salgo de mi día

Es puro - Libre de toda mancha; de toda imperfección; de cualquier tendencia corrupta. "Iluminando los ojos". Es decir, dándonos luz y conocimiento. Se mencionan los ojos, ya que es por ellos que vemos a dónde ir. La referencia aquí es, sin duda, a la mente o el alma como iluminada por la verdad de Dios. Estos mandamientos nos hacen ver lo que es correcto y apropiado; para entender lo que debemos hacer.

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