Porque todos debemos ser manifestados ante el tribunal de Cristo; para que cada uno reciba lo que hizo mientras estaba en el cuerpo, según lo que haya hecho, sea bueno o sea malo. [Las aspiraciones de Pablo no causaron laxitud en cuanto al deber. Trató de vivir de tal manera que agradara a Cristo ahora, y también cuando fue convocado ante él; es decir, se esforzó por agradar a Cristo, ya fuera consciente de su presencia o no, dándose cuenta de que todas sus obras vendrían a la manifestación pública y abierta y al juicio.

Al esbozar así su propia conducta, el apóstol dio una saludable advertencia a sus enemigos para que siguieran su ejemplo, y también les dio un aviso tácito de que, sin importar cuán mal lo usaran, aún lo encontrarían sosteniendo el conflicto con celo incansable.]

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Antiguo Testamento