De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechos nuevos. [Por su participación espiritual en la muerte y resurrección de Cristo, Pablo se había convertido en un hombre regenerado, y como tal rehusó juzgar o mirar a los hombres según ese método carnal, superficial y no regenerado que los estima según las apariencias externas, y no según a su vida espiritual interior.

Al afirmar este gran principio, se le recuerda que antes de su conversión había conocido y juzgado a Cristo de esta manera carnal. La alusión sugiere que si cometió un lamentable error al hacerlo, sus enemigos ya estaban siguiendo sus pasos al juzgarlo así, un ministro y siervo de Jesucristo. Los hombres cristianos, siendo seres espirituales, deben ser juzgados como tales. No se les pueden aplicar las viejas normas de la ley; no deben ser aceptados por ser hijos de Abraham, ni rechazados por ser gentiles. Para ellos todas las cosas son nuevas, y deben juzgar y ser juzgados por el nuevo ambiente al que la providencia de Dios los ha traído].

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