Come la carne, bebe su sangre ; no literalmente, sino espiritualmente, como alimento y bebida del alma; así, por una unión viva con él por la fe, recibiendo de él el perdón, la santificación y la vida eterna. El Salvador tiene en mente el don que está a punto de hacer en la cruz, de su carne y sangre para la vida del mundo. La idea que da aquí de comer su carne y beber su sangre es la misma que subyace a la ordenanza de la cena del Señor, instituida posteriormente por él.

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Antiguo Testamento